diumenge, de maig 03, 2009

Santoral (29-04-09) "Santa Catalina de Siena"



29 de Abril
Santa Catalina de Siena,
Doctora de la Iglesia. Año 1380.


Catalina significa: la pura, la inocente.
Catalina y Santa Teresa, son quizás las dos mujeres más famosas de la Iglesia Católica, después de la Santísima Virgen María.
Año 1347: Nace en Siena, Italia, hija menor en un hogar de 25 hijos. La espaciosa casa de sus padres, en la altura de la ciudad, ha sido conservada muy cuidadosamente por los sieneses y es visitada cada día por centenares de peregrinos.
De su padre heredó la bondad de corazón, la caridad para con los pobres y una bondad inalterable. De la mamá heredó un gran amor por el trabajo y una admirable energía para emprender labores difíciles y vencer dificultadas.
Catalina pasa días y semanas sin comer nada. Solamente se alimenta con la Santa Hostia que recibe por la mañana en la Santa Misa. Un director espiritual le ordena que tiene que comer algo. Una vez por orden suya come unas habas y todo el día lo pasa vomitando y hasta que no vomita la última haba no puede volver a tener salud. Vivía únicamente con la Sagrada Comunión.
Después de la comunión casi siempre quedaba en éxtasis. Muchas gentes la vieron elevarse del suelo mientras hacía oración. Al padre Raimundo decía que toda su ciencia teológica la había recibido directamente de Dios. Muchos enfermos recibieron la curación, al rezar Catalina por ellos.
Fue necesario conseguir tres sacerdotes para confesar a los pecadores que iban a consultar a la santa, porque se convertían de manera admirable y deseaban hacer confesión de toda la vida. A los pueblos a donde ella llegaba a hablarle a la gente había que llevar muchos confesores, porque todo el mundo quería confesarse.
A un joven lo sentenciaron a muerte por haber hablado un poco fuerte contra los jefes políticos de la ciudad. Aquel hombre no aceptaba esa condena que le parecía injusta y no quería confesarse. Enviaron entonces a Catalina a hablarle. Oigamos cómo narra ella este caso:
"He ido a visitar al condenado a muerte y experimentó tal cambio y tal contrición que se confesó y comulgó fervorosamente. Me hizo prometerle que yo estaría cerca de él cuando lo llevaran a la ejecución. Me decía: ‘Por favor, no me abandone, porque tengo miedo de que me falte el valor suficiente a la última hora’. Yo le decía ‘No tenga temor, que en la eternidad se va a encontrar con el amabilísimo Jesús, que es todo bondad y misericordia’. El se llenó de entusiasmo y me preguntaba ‘¿Cómo es posible que siente ahora tanta alegría’. Y bendecía a Dios. yo lo esperé en el sitio del ajustamiento y rezaba mucho por él a la Virgen Santísima. Al verme, se sonrió y me pidió que le hiciera la señal de la cruz en la frente. Así lo hice. Al dobral la cabeza para que se la cortaran iba repitiendo: ‘Jesús, Jesús’. Yo le oí decir a Nuestro Señor: ‘Esta alma se salvó, no por los merecimientos de él, sino por la gran misericordia de Dios'".