dilluns, de març 31, 2008

El Doctor Muerte Especial Març "Rosemary y Frederick"









El matrimonio West, unos asesinos unidos por el sexo

Los inquilinos de la «Casa de los Horrores» violaban y abusaban de sus víctimas antes de descuartizarlas.

Lo que les mantenía unidos no era sólo un acta de matrimonio, 25 años de convivencia y una prole de ocho hijos. Además de hogar y familia, Rosemary y Frederick West compartían por encima de todo un incontrolado apetito sexual que para la mayoría de sus víctimas equivalía a una sentencia de muerte.
Así comenzó el fiscal Brian Leveson el viernes pasado su escalofriante relato de los hechos ocurridos en los números 25 de Midland Road y Cromwell Street, las viviendas de Gloucester propiedad de los West donde el año pasado fueron exhumados los cuerpos descuartizados de diez mujeres.
Rosemary West, de 41 años, comparecía sola ante el Tribunal de la Corona de Winchester, acusada de diez asesinatos. Dos menos de los que se culpaba a su marido Frederick, de 53 años, quien se colgó en su celda el primer día de enero de este año. La mujer apenas si dejó escapar una lágrima mientras el fiscal empezaba a narrar una historia «más terrible de lo que las palabras puedan expresar».
Para satisfacer su obsesión por el sexo, según la versión de Leveson, Frederick y Rosemary West solían recorrer en coche las calles de Gloucester en busca de autoestopistas.
La pareja seleccionaba cuidadosamente a sus víctimas, mujeres jóvenes y adolescentes sin hogar o alejadas de sus familias, cuyas desapariciones pudieran pasar desapercibidas.
SOCIA PERFECTA.- La presencia de Rosemary en el automóvil era fundamental para no levantar sospechas. Con su cara regordeta y su aspecto apocado, la mujer resultaba aparentemente inofensiva. En realidad, según Leveson, «Frederick había encontrado en ella a la socia perfecta».
El matrimonio aprovechaba el trayecto en coche para ofrecer a las chicas trabajo o alojamiento en su domicilio. Es difícil imaginar lo que ocurría después, aunque el fiscal dio al jurado una somera idea, citando los casos de dos de las víctimas que lograron sobrevivir y que están dispuestas a declarar en el juicio.
Una de ellas, identificada sólo como Miss A, explicará cómo vio a Rosemary y a su marido atar, golpear y violar a una chica en su casa de Cromwell Street y cómo ella corrió la misma suerte cuando sólo tenía 15 años.
MOVIL SEXUAL.- Otra testigo, Caroline Owens, contará cómo Rosemary intentó manosearla dentro de un coche y cómo su marido la golpeó hasta dejarla sin sentido. La chica, de 16 años, sufrió también los abusos de ambos en la vivienda conocida ya como la Casa de los Horrores.
Mientras Miss A guardó silencio hasta el año pasado Owens, que también prometió mantener la boca cerrada, acudió inmediatamente a la Policía. Como consecuencia de su denuncia, los West fueron condenados en 1973 al pago de una multa por asalto indecente y daños corporales.
El fiscal reconoció el viernes que no hay ninguna prueba de que Frederick y Rosemary fueran los asesinos de las jóvenes decapitadas y desmembradas cuyos restos fueron hallados en su casa. Nadie les vio matarlas, nunca se encontraron armas y los forenses ni siquiera pudieron determinar la causa de las muertes, tal era el grado de descomposición de los cadáveres.
Sin embargo, la tesis del fiscal es que al menos ocho de los diez asesinatos de que se acusa a Rosemary tuvieron un móvil sexual. Entre los huesos exhumados no se encontraron restos de ropa, lo que indica que las jóvenes estaban desnudas cuando fueron enterradas, pero sí cinta adhesiva y otros materiales iguales a los que la pareja empleó para atar y amordazar a Miss A y a Caroline Owens.
La diferencia entre unas y otras es que después de la condena de 1973 «los West nunca volvieron a ser tan confiados», según palabras de Leveson. «Las chicas que no parecían quejarse, por su buena disposición o por su personalidad vulnerable, vivieron. Aquellas que suponían una amenaza, no. Para ellas, la única opción era la muerte».

La intuición de un detective perseverante

De los diez asesinatos de los que se culpa a Rosemary West, sólo dos carecen al parecer de móviles sexuales: el de su hijastra Charmaine y el de su hija Heather. Charmaine desapareció en 1971, cuando tenía sólo 8 años. Heather lo hizo en 1987, cuatro meses antes de cumplir los 17.
Charmaine era fruto de un anterior matrimonio de Frederick West, pero vivía con él y con Rosemary desde que la pareja se conoció. La madrastra solía decir que no podía aguantar a la niña y que haría cualquier cosa por deshacerse de ella. Pronto se comprobaría que la amenaza era más que real.
Charmaine dejó de ir al colegio en julio de 1971. Cuando los vecinos preguntaban por ella, sus padres explicaban que había regresado a Bristol para vivir junto a su madre natural, Rena.
Según el fiscal, la pequeña nunca salió de la casa del 25 de Midland Road de Gloucester donde vivían al principio Rosemary y Frederick. Sus restos fueron encontrados allí en 1994, mientras los de Rena -cuya muerte es una de las doce que se achacan a Frederick- fueron exhumados en un campo cercano.
Heather era la primera hija que Rosemary y Frederick concibieron pero no por eso tuvo más suerte que su hermanastra. También en su caso los padres tenían preparada una excusa para cuando los vecinos se interesaran por su paradero: dijeron que se había marchado a Gales a vivir con una amiga.
Pero la «coartada» no duró mucho tiempo. Precisamente fue su desaparición la que sacó a la luz el resto de los asesinatos. Siete años después de que fuera vista por última vez, un perseverante inspector consiguió una orden de registro para la casa de Cromwell Street. El cadáver de Heather, enterrado en el jardín, fue el que se encontró primero y desencadenó posteriormente la terrible sucesión de macabros hallazgos.
Como las demás víctimas de la Casa de los Horrores, Heather había sido decapitada y sus piernas habían sido seccionadas con un instrumento pesado.
Al igual que en los casos de las otras chicas, también faltaban en sus restos huesos de los pies y de las manos.
Para el fiscal, sin embargo, no está claro el móvil de su muerte. Es posible que, como Charmaine, no se entendiera bien con su madre. Tampoco se descarta que se negara a participar en las perversiones sexuales a que eran tan aficionados sus padres o que éstos la percibieran como una amenaza porque sabía demasiado sobre ellos y pudiera delatar sus horribles crímenes.